Desde mediados del siglo XX, Eduardo Hernández ha dedicado su vida a la industria chacinera.
Una cuidada selección de la materia prima, realizada personalmente en su lugar de origen, nos permite elegir a los mejores ejemplares para poder materializar un jamón que destaca por su sabor y aroma. Realizamos con esmero la preparación de la pieza (comúnmente llamada “jamón fresco”); realizando el típico corte en V y aplicando, en su justa medida a cada jamón, el tiempo y la salazón necesaria. Posteriormente trasladamos nuestros jamones y paletas al secadero artificial; para que, con la temperatura y humedad idóneas, lentamente vayan adquiriendo las primeras notas de sabor y aroma característico.